el futuro del olivar pasa por la concentración, la comercialización y la apuesta por la calidad.

 

El olivar de Jaén tiene que apostar, decididamente, por la concentración de la oferta. Si queremos conseguir que este cultivo tenga futuro, no podemos seguir mirando para otro lado y permitir que las grandes superficies continúen mandando en la cadena de distribución. La venta a pérdidas, motivada por la política abusiva de esos grandes distribuidores, es una realidad. De ahí que el sector debe unirse en estructuras sólidas y fuertes, con dimensión y capacidad suficientes, para hablar de tú a tú a los cinco que compran. Actualmente, la crisis por la que atraviesa el olivar, con tres años por debajo de los costes de producción, tiene un claro origen, que no es otro que los bajos precios, irrisorios y tercermundistas, que nos pagan a los olivareros en origen. Por eso, UPA-Jaén insiste en la importancia de la concentración, en una línea en la que llevamos ya muchos años trabajando, con ilusión, pero también con resultados reales, como es la creación de Interóleo Picual Jaén, que se ha convertido en referente empresarial en la provincia y en el primer grupo comercializador de aceite de oliva.

Cierto es que no podemos dejar pasar la oportunidad que nos brindan los dos anteproyectos de Ley que el Gobierno ha puesto encima de la mesa. El primero, el de la Cadena Alimentaria, para regular la cadena de valor y que todo el mundo tenga un precio justo y que los beneficios se repartan entre todos. El segundo, el de Fomento de la Integración, tiene que ir encaminado a ofrecer un auténtico empujón a esa unión de la oferta y a esa concentración en la venta de nuestro producto para recuperar precio.

Pero tampoco podemos olvidarnos de la importancia que tiene la negociación de la futura reforma de la Política Agraria Común. A nadie se le escapa que la única política común europea, que es la agrícola, necesita de un presupuesto suficiente para asegurar la actividad agraria y ganadera que nos permitan seguir produciendo en cantidad y calidad para alimentar a todos los países. El radical descenso de 25.000 millones de euros en el presupuesto es un auténtico mazazo a las expectativas de los olivareros jiennenses y andaluces, por cuanto el campo será el que más sufra los recortes. No podemos permitirnos el lujo de que se produzcan trasvases de ayudas de hectáreas productivas, donde el agricultor y el ganadero profesional viven de su cultivo y de su explotación, la gran mayoría pequeñas, a otras hectáreas no productivas, de eriales y dehesas. Tenemos que estar muy vigilantes para que eso no ocurra, al igual que impedir que se produzcan trasvases de ayudas de unos territorios a otros.

Pero también es obligatorio que se pongan en marcha mecanismos básicos de regulación del mercado que permitan, de una vez por todas, atajar la persistente crisis de precios que está hundiendo nuestras explotaciones. Algo que no está recogido en el borrador presentado por el comisario Dacian Ciolos. En esa línea, UPA lleva proponiendo hace tiempo, y está incluido en un documento de medidas aprobado por la Junta de Andalucía y el Ministerio, el establecimiento de un Código de Buenas Prácticas comerciales que permita frenar la política abusiva de la gran distribución; el impulso de las interprofesionales para que puedan conveniar precios mínimos ligados a los costes medios de producción, al menos en situaciones de crisis; y la puesta en marcha de contratos tipo para corregir el desequilibrio en la conformación de los precios de la cadena alimentaria. La unión de todas las organizaciones agrarias y de los Gobiernos nacional y autonómico son más que nunca necesarias para que todo salga bien, ya que nos jugamos el futuro del campo.

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