Esta atípica y aciaga campaña oleícola 2019/2020 llega a su ecuador. Alcanza sus seis primeros meses y lo hace con más incertidumbre, aún más si cabe, por las funestas y adversas consecuencias derivadas de la crisis del coronavirus, que además de sanitaria y económica tiene un fortísimo componente psicológico que deja un escenario de perplejidad, de inestabilidad y un horizonte muy incierto.

Veníamos de una pasada campaña de bajos precios en el mercado de origen, circunstancia negativa que se ha agudizado en la actual 2019/2020, con precios en muchas ocasiones por debajo del umbral de la rentabilidad y de los costes de producción, sobre todo en el olivar tradicional y en pendiente. El almacenamiento privado ni tan siquiera ha sido revulsivo, como constatan las casi 200.000 toneladas de aceite de oliva que concurrieron a alguna de las cuatro licitaciones ofertadas para retirar del mercado aceite de oliva por un periodo de seis meses (180 días).

Podríamos decir que esta cantidad es “pecata minuta” después del elevado enlace (casi 800.000 toneladas) que quedaron de existencias en la campaña récord de 2018/2019, cuya producción en España se aproximó a los 1,8 millones de toneladas de aceite de oliva. Toca actualizar cuanto antes este instrumento que se ha demostrado que no es de utilidad para aliviar la situación de bajos precios. Y a esta cantidad se añaden las más de 1,1 millones de toneladas que se han obtenido en esta campaña oleícola, en la que también hay que contabilizar las importaciones, así como los ajustes finales de bodega.

Iniciábamos la campaña con las amenazas de los aranceles de EE UU y el bréxit, que por desgracia se hicieron realidad más temprano que tarde, al igual que las escasas precipitaciones. Toda esta tormenta perfecta dio lugar a la unión del sector productor, que secundó históricas movilizaciones para exigir precios justos y la defensa del olivar tradicional. Protestas que fueron aparcadas ante el desafío que ha desatado la crisis del coronavirus. Y a eso, hay que añadir que aún no se ha despejado la incógnita de cómo quedará el próximo marco comunitario de la reforma de la PAC en cuanto al mantenimiento de la ficha financiera, entre otros aspectos relevantes a tener en cuenta.

Convendría, a pesar de los pesares y de esta espesa atmósfera, no perder la calma y que no cunda el nerviosismo. Está claro que habrá que seguir sudando la camiseta y no perder el tiempo en dimes y diretes. Hay que tener claro que hay que salir de esta situación cuanto antes con serenidad y sabiendo que la situación va a costar tiempo y sacrificios. Es hora de reconstruir desde la unidad y no hablar más de lo necesario buscando sólo culpables. Se trata de mejorar la situación y aportar ayuda y soluciones. Creo que todo lo demás sobra, o debería sobrar en estos momentos.  Porque, hoy más que nunca, hay que tener claro que el olivar, en general, y el tradicional, en particular, tiene futuro, o debería tenerlo, visto lo visto, porque es un producto insustituible al no tener parangón. Por todo ello toca seguir remando sin descanso y confiar que estos malos tiempos pasarán. No les quepa la menor de las dudas. Mientras tanto, consuman más aceites de oliva, tomen buenos zumos de aceituna y disfruten de sus propiedades y bondades.

Asensio López

Director de Oleum Xauen

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