Distintos indicadores y variadas circunstancias me hacen pensar en ver la botella de los aceites de oliva medio llena. Y aunque todo es según el color del cristal con que se mire, este ecuador de la campaña oleícola 2020/2021 nos invita a un moderado optimismo sin tirar las campanas al vuelo porque, como siempre, toda esta situación está supeditada a la evolución del mercado, a cómo vengan dadas las condiciones meteorológicas y a otros muchos factores endógenos y exógenos, así como a decisiones geopolíticas.

De momento y desde hace ya unos meses hay más alegría en el sector como consecuencia del incremento de los precios en el mercado de origen y eso es para estar relativamente contentos si comparamos la situación y el contexto actual con los de hace un año, en el que incluso el canal Horeca bajó temporalmente la persiana debido a la pandemia; y aunque la situación es aún preocupante, hay visos de ligera mejoría y esperanza.

Pese a que la cosecha ha sido inferior a lo pronosticado como consecuencia de los rendimientos medios de la aceituna más bajos de la historia, al menos en la provincia de Jaén, el ritmo comercializador y de salidas al mercado en estos meses ha sido excelente con un indudable incremento del consumo en el mercado nacional y en las exportaciones, e incluso han bajado ligeramente las importaciones en los cinco primeros meses de la campaña.

Todo ello hace pensar, si continúa esta buena tendencia, que habrá un escaso enlace de campaña, que se podría situar a primeros de octubre en el entorno de las 300.000 toneladas con aceite suficiente para abastecer los mercados, en los que no hay que dormirse en los laureles para consolidar y aumentar el consumo de la mejor y más saludable grasa vegetal como es la de los aceites de oliva.

Y  mientras se lanzan plegarias y se implora que llueva para que se conforme una buena cosecha habrá que estar pendientes de la decisón definitiva que se adopte ante la moratoria de cuatro meses a los aranceles al aceite de oliva español en Estados Unidos, el tercer mercado después de España e Italia. Como también habrá que estar atentos a cómo queda finalmente el aceite de oliva en el sistema Nutriscore.

Sin olvidar, por otra parte, la PAC, uno de los nubarrones que se ciernen sobre el sector productor. Por ello, ASAJA, COAG, UPA y Cooperativas Agro-alimentarias en Andalucía y en Jaén han retomado las movilizaciones para reivindicar la derogación del decreto de convergencia, con el que no están de acuerdo, y que se ha impulsado desde el Ministerio de Agricultura por entender que beneficiará a una mayor clase media del sector agrícola y ganadero en el conjunto del país.

Y finalmente, como postre de la campaña oleícola, tendremos una nueva edición de Expoliva, con permiso de la pandemia. Una feria que es la alegría del aceite de oliva y que este año ha tenido que cambiar su fecha de celebración, aumentando incluso una jornada más. Una bienal que servirá de balanza y de termómetro para hacer un recuento de pros y contras de cómo ha sido la campaña; un avance de cómo barrunta la nueva y qué horizonte presagia la 2021/2022, en la que esperamos ver la botella de los aceites de oliva llena o medio llena.

*Asensio López, director de la revista Oleum Xauen

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