El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación pone en valor la agricultura de regadío en la celebración del Día Mundial del Agua, por su aportación a la sostenibilidad socioeconómica del medio rural, y su contribución a la fijación de la población, a la sostenibilidad ambiental y al mantenimiento del paisaje y de la biodiversidad.

Esta agricultura de regadío supone más del 65% de la producción vegetal, integrándose en un sistema agroalimentario que, en su conjunto, contribuye a la economía española en aproximadamente un 11%, dando trabajo según datos de 2016 a 2,6 millones de personas. Esto demuestra su papel esencial para la sociedad y la economía.

España es el primer país en superficie de regadío de la Unión Europea, con 3.733.695 hectáreas, lo que supone un 22 % de la superficie cultivada, de la cual el 50% es riego localizado, lo que nos sitúa a la cabeza en superficie de riego localizado a nivel mundial. Este sistema de riego está implantado, fundamentalmente, en cultivos leñosos típicamente mediterráneos como el olivar, el viñedo, los frutales cítricos y no cítricos y en hortalizas. La otra mitad de nuestra superficie de riego se divide casi a partes iguales entre el riego por aspersión y el riego por gravedad.

SOSTENIBILIDAD DEL REGADÍO

Además de las mejoras en los sistemas de riego, ya a finales de los años noventa se inició en España un programa de modernización de regadíos, buscando, mediante distintas iniciativas, dotar a los regadíos de infraestructuras mejoradas, nuevos métodos de gestión del agua y la incorporación de nuevas tecnologías, para garantizar la sostenibilidad de los recursos hídricos.

En este periodo, mediante la concurrencia, la coordinación y el esfuerzo de las Administraciones y de los regantes ha sido posible actuar sobre un total de 1.470.000 hectáreas. El resultado ha sido unos riegos más tecnificados y modernos, que han incorporado nuevas tecnologías y mejor preparados para los retos del futuro.

Desde el punto de vista ambiental, son regadíos más sostenibles y respetuosos, emplean menos agua y controlan mejor el abonado. Desde el punto de vista social, crean empleos de mejor calidad y renuevan el orgullo por la actividad agraria.

Además, el uso de aguas no convencionales, entre las que se encuentran las aguas regeneradas, es una oportunidad para el regadío en España. Así, del total de la superficie regada, el 68,32% se riega con agua superficial; el 26,14% con aguas subterráneas; el 2,736% con agua procedente de embalses; el 1,59% con aguasa depuradas; el 0,66% con retornos y el 0,57% con aguas desaladas.

NUEVAS TECNOLOGÍAS.

La necesaria optimización de la gestión de los recursos hídricos, ha hecho necesario acometer, además de la modernización de los regadíos, la aplicación de las nuevas tecnologías por parte de los regantes, destacando en este ámbito el Sistema de Información Agroclimática para el Regadío (SIAR) o el Centro Nacional de Tecnología de Regadíos CENTER.

El Sistema de Información Agroclimática para el Regadío (SIAR) dispone de más de 450 estaciones agrometeorológicas automáticas distribuidas en superficies de regadío, que cuentan con una serie de sensores para medir las variables agroclimáticas de interés para el cálculo de las necesidades hídricas de los cultivos: precipitación, humedad, temperatura, radiación, velocidad y dirección del viento. Este sistema permite la consulta y descarga de datos meteorológicos cada media hora en tiempo real, así como diarios, semanales o mensuales de uno o varias estaciones meteorológicas y la estimación de las necesidades netas de los cultivos, teniendo en cuenta únicamente las condiciones climáticas y el cultivo.

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