La Federación Española de Industriales Fabricantes de Aceite de Oliva (Infaoliva) entiende que la primera licitación del almacenamiento privado del aceite de oliva de autorizar por parte de la Comisión Europea tan solo 3.650 toneladas de aceite de oliva “no es indignación, es una vergüenza para el sector”.

“La Comisión Europea una vez más nos toma el pelo, a los agricultores, a los molturadores a los envasadores y a la sociedad en general”, denuncia en un comunicado, al tiempo que añade que “de ninguna de las maneras se va a solucionar la crisis de precios con aceptar 3.650 toneladas y con aún un precio más ridículo de 0,83 céntimos por tonelada y día”.

“Estamos hablando de la supervivencia de todo un sector, y no es ya el aceite de oliva en sí, es toda una forma de vida, es una creación de riqueza, un asentamiento de la población, total es un cúmulo de despropósitos que tendrán unas consecuencias a corto y medio plazo que serán incalculables”, agrega.

En su opinión, con precios que no cubren los costos de producción, parte del cultivo se verá abandonado, “se abandonará el campo, esto traerá más paro y por tanto más gasto social”.

Señala, además, que con un 25% de aranceles “no solo nos ha expulsado del mercado de los EEUU, sino que han hecho más fuertes a nuestros competidores como Marruecos y Túnez, por no hablar de los aceites italianos, griegos y portugueses”.

“Si el almacenamiento estaba previsto para paliar todo este desaguisado, y en el cual se habían puesto muchas esperanzas, ahora empieza el desánimo en el sector, y lo que es peor, comienza la desidia por un sector que ha sido puntero en nuestro país”, subraya.

Critica que “la UE y nuestras autoridades o no nos han defendido o nos han defendido mal”, por lo que desde Infaoliva “pensamos que vamos tarde para arreglar lo que puede ser irreversible mañana”.

“¿Qué ha pasado con las campañas en EE.UU.? Hemos tirado el dinero, el tiempo y el esfuerzo de muchas personas y empresas, lo cual con menos de 500.000 euros no se mitiga”, reflexiona.

Infaoliva piensa que si lo que se pretendía era enfrentar al sector de diversos países por un libre comercio, “desde luego se ha conseguido”.

Y afirma: “Ya somos ciudadanos europeos de segunda, porque si una de nuestras mayores riquezas de España deja de ser competitiva, de qué nos sirven los esfuerzos que hemos hecho en los últimos años para modernizar nuestra agricultura, nuestras fábricas, ausentar cualquier residuo de nuestros productos etc.”. “O nuestro gobierno se pone manos a la obra, o a muy corto plazo esto será parte de la muerte del nuestro sector”, concluye.

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