La familia Raya Muñoz ha lanzado al mercado su aceite de oliva virgen extra que comercializa bajo la marca Dolorcitas, una producción limitada de zumo de aceituna de la variedad picual elaborado de los mejores olivos de su olivar tradicional cultivado en Lupión. La marca es un tributo de gratitud y de reconocimiento al legado de la abuela de la propietaria y, en general, a todas las abuelas que han apostado a lo largo de los años por la agricultura tradicional, por el mantenimiento de la tradición y del entorno, conjungando además un fuerte compromiso por el respeto medioambiental y con procesos de cultivo completamente naturales.

Los impulsores de este proyecto aceitero consideran que el mismo se enmarca en la búsqueda de sus orígenes y lo que a nivel humano, familiar, de procesos y costumbres conlleva respecto de la manera de hacer las cosas, “a fuego lento, del respeto a nuestros mayores, la forma de vivir, sin prisas, en lo que hoy denominaríamos un ‘slow life’ muy a la española, con ese árbol majestuoso que es el olivo en el centro de todo, tanto a nivel culinario, como aplicado en otros usos de remedios caseros e incluso medicinales, ya que se traducía en nuestro mejor tónico por sus incuestionables propiedades”.

Y añaden: “Y todo eso es lo que hoy queremos rememorar, con serenidad, desde una agricultura que vuelve a recoger procesos completamente naturales tanto a nivel de control de la cubierta vegetal y de la fauna auxiliar como elaborando nuestros propios fertilizantes sin ningún producto de síntesis y por supuesto sin el empleo de ningún fitosanitario químico, que ha derivado ya en la obtención de una aceituna y un aceite sin ninguna materia activa localizada en los análisis de multiresiduos efectuados a nuestra cosecha, otorgándonos una tranquilidad absoluta en la comercialización de nuestro aceite, con unos olivos en proceso de conversión a ecológico”.

“En definitiva, frente a la errónea fijación de la agricultura convencional de eliminar hierbas e insectos calificados como perjudiciales, nosotros profesamos unos procesos para conseguir lo contrario, en una aportación a nuestras tierras de materias orgánicas, minerales y micro y macroorganismos vivos para recrear el equilibrio que a lo largo de la historia de nuestra agricultura ha imperado en nuestros campos de manera totalmente natural; o sea, añadir vida al campo”, enfatizan.

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