“Estos datos ponen en evidencia la gran dependencia de la producción oleícola de la climatología y la necesidad de dotarse de instrumentos de regulación eficaces en momentos de crisis” 

Miguel Arias Cañete es desde el 22 de diciembre de 2011 ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, cargo que ya ostentó en una primera etapa en la legislatura que discurrió entre los años 2000 y 2004. En esta entrevista repasa, entre otros asuntos, la situación del sector del olivar y del aceite de oliva; analiza esta corta y escasa campaña oleícola, así como sus consecuencias; lanza un mensaje positivo sobre este sector estratégico y comparte que el reto está en la comercialización, la concentración y la calidad del aceite de oliva.

¿Qué valoración hace de esta corta y escasa cosecha oleícola?

Como usted sabe, el olivar siempre se ha caracterizado por una marcada alternancia en las cosechas (es la conocida vecería); a una producción excelente le solía seguir una reducida. En los últimos años, la mejora de las técnicas de cultivo, el incremento de las plantaciones en regadío y un favorable ciclo climatológico, en cuanto a precipitaciones, ha hecho que se enlacen varias campañas con producciones similares a las hasta entonces registradas como récords. Y que en la 2011/12 se superase el umbral del millón seiscientas mil toneladas de producción. Una pluviometría poco favorable registrada el año pasado, junto con otros factores climáticos durante el invierno y la primavera, originó un deficiente cuajado del fruto en las principales zonas productoras, sobre todo de Andalucía. Por ello la cosecha 2012/13 ha sido la más baja de la última década, con descensos muy significativos en comparación con años anteriores. Las estimaciones en estos momentos sitúan la  producción en torno a 600.000 toneladas. Estos datos ponen en evidencia algo de lo que parecíamos habernos olvidado en los últimos años: la gran dependencia de la producción oleícola de la climatología, a pesar del gran desarrollo del sector, así como la necesidad de dotarse de instrumentos de regulación eficaces que permitan actuar a las Administraciones y al propio sector en momentos coyunturales de crisis.

¿Tiene intención de aprobar medidas extraordinarias ante la pérdida de renta del sector?

Desde el mes de marzo el Ministerio se ha venido reuniendo con las Organizaciones Profesionales Agrarias para realizar un análisis conjunto de la situación del sector olivarero, así como para estudiar la posible implementación de medidas específicas. Nuestro diagnóstico es que, ciertamente, la renta de las explotaciones olivareras se ha visto afectada por las especiales condiciones climáticas de este año, si bien es cierto que la presencia de las ayudas de la PAC, el aumento de los precios percibidos y la reducción de los costes -principalmente en mano de obra de recolección- han compensado parcialmente el efecto negativo sobre la renta del descenso de la producción. Ante esta situación estamos estudiando la instrumentación de una respuesta adecuada por parte de la Administración General del Estado.

¿Cómo cree que va a responder el mercado ante esa escasa producción?

Como es lógico, el mercado está respondiendo conforme a las nuevas variables que lo definen. A consecuencia de la menor disponibilidad de cosecha y el incremento de la demanda, se está produciendo la subida generalizada de las cotizaciones. Desde los últimos meses de la campaña anterior, y ante las malas perspectivas de cosecha, se registraron incrementos en las cotizaciones de todas las categorías de los aceites de oliva. Posteriormente, una vez iniciada la campaña, se produjo un ligero descenso para luego ya ir al alza, estabilizándose en los últimos meses.  En este último periodo se observa una mayor diferenciación de los precios en origen según categorías, que en los últimos años estaban muy comprimidos. En principio, la subida de los precios debe considerarse positiva, dado los bajos precios de las últimas campañas. Además, hay que señalar que hasta el momento, y aunque habrá que estar muy atentos a los movimientos que se produzcan en el corto plazo, los precios se están manteniendo a niveles razonables, por lo que no deberían tener una marcada repercusión en el consumo. Es fundamental recordar que partimos de un alto nivel de existencias próximo a las 700.000 toneladas, lo que unido a las posibles importaciones nos sitúa en unos niveles más que suficientes para garantizar el aprovisionamiento de los mercados.

¿Teme una gran subida del precio del aceite de oliva? ¿Habrá más importaciones? ¿Se adelantará la próxima campaña a octubre?

Habrá que estar muy pendientes de lo que suceda en el campo y en el mercado, aunque teniendo en cuenta las variables actuales y como está evolucionando la campaña, todo parece indicar que el mercado se encuentra en una fase de normalización, no son probables repuntes significativos de los precios. Respecto a las importaciones, es previsible que acusen un notable incremento porcentual respecto a años precedentes, a pesar de que su cuantía será limitada, en términos absolutos. En cuanto al adelanto de cosecha, constituye una práctica que se está extendiendo, con el fin de obtener aceites de máxima calidad, pero no suele hacerse de forma generalizada. Unas existencias bajas en octubre podrían tener alguna incidencia en el adelanto de la recolección, aunque no se prevé que sea significativa. En cualquier caso querría resaltar, como antes ya apunté, que el abastecimiento del mercado está total y absolutamente garantizado.

¿Qué mensaje de presente y futuro lanza al sector?

No me cabe la menor duda de que nos hallamos ante un sector que presenta unas excelentes condiciones de cara a su mantenimiento y desarrollo de futuro. Con los adecuados instrumentos y suficiente inteligencia, el sector deberá garantizarse su sostenibilidad.  Al margen de situaciones derivadas de la propia dinámica del sector o de la coyuntura económica general, el aceite de oliva es hoy un producto versátil y altamente valorado a nivel mundial. Como integrante esencial de la dieta mediterránea es un elemento inigualable que debemos aprovechar. España está en posesión de un valioso producto llamado aceite de oliva, fuente de salud, con historia, soporte de un sector que atesora un enorme patrimonio económico, medioambiental y cultural, en el que nos corresponde ser líderes y  ejercer el liderazgo.

El reto del sector pasa por la calidad, la comercialización y la concentración. ¿Qué opinión tiene al respecto?

Coincido plenamente con esa idea. Y creo que vamos en la buena dirección. Así lo prueban los importantes avances en los procesos de sistemas de cultivo, recolección en los momentos óptimos, extracción, con especial cuidado en el  ahorro de agua y control de residuos nocivos para el medio ambiente y conservación de las calidades del aceite obtenido, en bodegas acondicionadas con las más modernas tecnologías, en muchos casos. Igualmente son notables los progresos en materia de comercialización, a través de la cuidada presentación de los mejores aceites de oliva virgen extra, la penetración en nuevos mercados y la consolidación de los existentes, lo que nos está llevando a superar cada año al anterior, en volúmenes comercializados. Desde el Ministerio estamos apostando por la internacionalización del producto, así como por todas aquellas acciones tendentes a incrementar el conocimiento del aceite de oliva. De igual forma se han incrementado notablemente los proyectos de investigación tendentes a demostrar, de forma científica, los valores saludables del aceite de oliva, como fundamento del futuro del sector.  Especial mención merece la Interprofesional del Aceite de Oliva que aglutina  a los intereses del sector, y que constituye una sólida expresión de su compromiso por el futuro. En cuanto al problema de la concentración somos muy conscientes de que el sector debe ganar en dimensión; de que la concentración debe ser un instrumento que lo haga más potente, más profesional, generador de valor y viable económicamente. Y es que la cadena agroalimentaria española presenta una asimetría que debe ser corregida mediante la puesta en marcha de políticas e instrumentos legislativos que mejoren la estructura comercializadora. Iniciativas legislativas como los proyectos de Ley de Mejora del Funcionamiento de la Cadena Alimentaria, y el de Fomento de la integración de cooperativas y otras entidades asociativas de carácter agroalimentario, en tramitación en el Parlamento, en estos momentos, van inequívocamente en esa dirección.

¿Cree que se puede producir en el futuro una reconversión en el olivar?

Si por reconversión entiende transformación, estoy por decirle que no haría falta mirar al futuro. El sector olivarero posiblemente sea uno de los que ha experimentado una mayor transformación en los últimos años, a lo que sin duda han contribuido las ayudas comunitarias de la PAC. Principalmente en  dos aspectos. De un lado, una apuesta decidida por la calidad, como hemos tenido ocasión de comentar, y de otro el aumento de la productividad y la disminución de costes. En este sentido, en los últimos 20 años se ha producido una importante implantación de modelos productivos intensivos y superintensivos, que son capaces de generar un producto de magnífica calidad a precios muy competitivos. No obstante la realidad productiva es muy heterogénea. También en los últimos años se ha producido un gran avance en el desarrollo de tipos de olivicultura más ligados al olivar tradicional, como son la ecológica, integrada, etc. que suponen un mayor valor añadido. Cabe esperar que con las ayudas que se están configurando en la actual reforma de la PAC y la puesta en valor de las producciones de aceite de calidad, bajo cualquiera de los sistemas de cultivo, el olivar conserve su dinamismo actual, siempre para mejor.

¿Es partidario de reformar y actualizar los mecanismos en el precio de intervención?

Claramente sí, aunque entiendo que cuando habla de precios de intervención se refiere a los precios de referencia para el almacenamiento privado, pues como es sabido, la intervención propiamente dicha desapareció en 1998. Y es que, efectivamente, a  pesar de los avances en técnicas de cultivo, la realidad nos demuestra, (este año, sin ir más lejos), que nos encontramos ante un cultivo eminentemente vecero, muy ligado a las condiciones medioambientales. Ante esta situación nos debemos dotar de instrumentos eficaces para los momentos de crisis. Por eso estamos trabajando en el marco de la reforma de la PAC para mejorar la regulación del sistema de almacenamiento privado, con el fin de lograr un almacenamiento “sencillo, ágil y objetivo” que permita hacer frente a posibles situaciones de desequilibrio coyuntural de mercado, como la que se ha evidenciado en pasadas campañas. En esta línea, estamos impulsando el incremento de las funciones de las organizaciones de productores, asociaciones e interprofesionales de forma que se permita que el propio sector lleve a cabo operaciones de autorregulación del mercado.

¿Si se mejora la cadena de valor dejará de utilizarse el aceite como producto reclamo?

Eso es lo que pretendemos con el proyecto de Ley de Mejora del Funcionamiento de la cadena alimentaria.  Los estudios realizados, en el ámbito del Observatorio de Precios de los Alimentos, sobre la cadena de valor del aceite de oliva, nos ha puesto de manifiesto la enorme compresión que existe entre los distintos eslabones que la configuran y que el eslabón de la producción ha soportado pérdidas en los años objeto del estudio. La experiencia ha evidenciado que el hecho de que el aceite de oliva sea considerado, junto con otros productos, como la leche, un producto reclamo produce efectos indeseables, al confundirse un precio bajo con un valor también menor del producto, lo que resulta especialmente grave. Precisamente, el alarmante descenso de los precios a los productores, en los últimos años, ha hecho que nos hayamos adelantado a las instituciones europeas y el Gobierno aprobase el proyecto de Ley de la Cadena Alimentaria, en tramitación en las Cortes cuyo principal objetivo, en el caso del aceite de oliva, es el de conseguir un sector que siendo, como es, competitivo, innovador y exportador, tenga más capacidad de traslación de costes a los precios finales. En consecuencia, es necesario corregir todos estos aspectos, y conseguir el equilibrio de la cadena alimentaria, en general, y la del aceite de oliva, en particular,  garantizando que los productores agrarios y las pequeñas industrias participen en mayor proporción en los beneficios que se generan en la cadena de valor. Estoy seguro que, en el escenario competitivo que se derive de dicho marco legal, el aceite de oliva ocupará el lugar que le corresponde, como producto  saludable, de alta calidad.

¿Cómo va a quedar el olivar en la PAC?

Para España el olivar constituye un sector estratégico que se ha configurado en el tiempo como un gran generador de innumerables bienes públicos. Desde nuestro punto de vista la reforma debe garantizar la sostenibilidad del sector. De ahí nuestro empeño en que la próxima PAC se adecue a las características del agrario español, en general, y del olivar, en particular. Creo que en el pasado Consejo se han dado pasos muy importantes en este sentido. Tanto la aproximación de ayudas prevista, de una forma más progresiva y limitada, como la flexibilización en la aplicación del componente verde harán que el sector siga recibiendo fondos comunitarios a unos niveles muy aceptables. Por otra parte, el disponer de unos mecanismos de mercado eficaces que permitan estabilidad en los precios es uno de los objetivos principales de este Gobierno. A este fin contribuirían las comentadas leyes de mejora de la cadena alimentaria y de concentración de la oferta, pero como ya he señalado, desde el marco de la reforma de la PAC, estamos defendiendo un  sistema de almacenamiento privado del aceite de oliva sencillo en su aplicación y que cumpla los objetivos de manera eficaz, así como extender el protagonismo de la regulación al propio sector, a través de sus organizaciones.

Nuevos mercados y nuevas zonas productoras de aceite de oliva, ¿pueden poner en cuestión el liderazgo español?

Si seguimos por donde vamos eso no debiera suceder, pero depende de nosotros. España es el primer país productor de aceite de oliva del mundo y como tal el primer generador de intercambios comerciales. El concepto de olivicultura, en otro tiempo reducida al ámbito del Mediterráneo, se ha globalizado. Nuevos países, como Australia, Chile, Argentina, etc, han entrado en el escenario oleícola. Otros tradicionalmente productores como Marruecos, Túnez, Turquía están reconvirtiendo su olivicultura, estabilizando e incrementando su producción presente, y con unas expectativas de futuro importantes. El nuevo escenario tiene sin lugar a dudas sus riesgos, pero también ofrece un amplio marco de oportunidades. Prueba de ello es que en los últimos años el mercado del aceite de oliva español ha mostrado un gran dinamismo y fortaleza. Hemos superado consecutivamente récords en las cifras de exportación de las últimas cuatro campañas y hemos alcanzado los niveles de comercialización más altos de la historia oleícola de nuestro país. España debe ejercer el liderazgo que le corresponde de acuerdo a su posición. Nuestro país es la cuna del olivar mundial, tenemos la mayor superficie y las producciones más elevadas. Tenemos un sector dinámico, potente y comprometido. Comercializamos más aceite que ningún otro país en el mundo. Por ser el país líder somos los que más nos jugamos en esta partida. El mercado español, como mercado de referencia mundial, debe trasmitir señales inequívocas sobre el presente del sector y por donde queremos que evolucione en el futuro, así como sobre las inmejorables particularidades del producto que comercializamos y los precios a los que debe ser comercializado. Nuestras fortalezas son innegables, pero hay que creérselas y actuar en consecuencia.

¿Es partidario de que se mejore el etiquetado para evitar confusión y de aumentar los controles contra el fraude en el aceite de oliva?

Es una constante de este Ministerio el trabajar por garantizar el legítimo derecho de los consumidores a una información adecuada y que las características del producto se correspondan con su etiquetado. En este sentido, en el contexto del Plan de Acción para el olivar presentado por la Comisión Europea en junio de 2012, se está profundizando en la defensa y mejora de la calidad, la mejora del etiquetado y la defensa contra el fraude, aspectos fundamentales para el futuro del sector. Tampoco se deben de olvidar los numerosos trabajos que se están realizando en el seno del Consejo Oleícola Internacional, por parte de la Administración nacional y del propio sector en la misma línea.

Otras consideraciones que quiera hacer del sector del aceite de oliva  

Pues no muchas más. Si acaso  reiterar que estamos ante un sector con un futuro muy esperanzador, generador de un producto cuyas cualidades se aprecian cada día más, por  los países consumidores tradicionales, y por los países con hábitos alimentarios diferentes. Un producto al que, con independencia de la competencia que se adivina en el horizonte, o quizás precisamente por ella, todos los implicados debemos tratar con la inteligencia suficiente como para mantener y acrecentar la enorme riqueza social, económica y medioambiental que representa.

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