Llevar a cabo una gestión adecuada de la cubierta herbácea del olivar propicia la presencia de una comunidad diversa de insectos, aves, mamíferos, reptiles y anfibios, haciendo de él un cultivo con gran valor para la conservación de la naturaleza. Un hecho que está siendo demostrado por ‘Olivares Vivos’, que durante los últimos años ha medido la biodiversidad, así como los efectos de las buenas prácticas o diversas actuaciones de restauración ecológica sobre una veintena de olivares demostrativos de Andalucía.

La ciencia ha demostrado, y muchos agricultores ya han comprobado, que con una adecuada gestión de las cubiertas herbáceas se puede disfrutar de los servicios ecosistémicos (conservación del suelo, fertilidad, control de plagas y enfermedades) que esta aporta, sin menoscabo de la producción, aumentando así la sostenibilidad y la rentabilidad del olivar. Sin embargo, y a pesar de que cada vez son más los olivicultores que abandonan el uso de herbicidas y comienzan a gestionar la cubierta herbácea, el cultivo del olivar con los suelos desnudos sigue siendo el manejo más extendido.

El suelo: el capital del agricultor

El capital de cualquier cultivo, ya sea herbáceo o leñoso, es el suelo, y perderlo es perder la capacidad productiva y la rentabilidad de nuestros campos. La hierba bien gestionada se convierte en el mejor aliado del agricultor contra la erosión: conserva el suelo y lo fertiliza, reduciendo la necesidad de abonos y los gastos del olivarero, aseguran desde esta organización. Además, favorece la infiltración del agua de lluvia (un campo con cubierta herbácea almacena más agua que otro en el que el suelo está desnudo, ya que gran parte se pierde por escorrentía).
Asimismo, el mantenimiento de cubiertas funcionales, agronómicamente bien gestionadas, aumenta el número de especies y la complejidad del agrosistema, haciendo que el cultivo sea más estable frente a los cambios ambientales, como la irrupción de plagas y enfermedades.

Cubiertas herbáceas y calidad de AOVE: Olivares Vivos

“A todas las ventajas agronómicas que reporta una adecuada gestión de las cubiertas herbáceas, se suman los beneficios sociales, como el incremento de la biodiversidad, la mejora del paisaje y los efectos positivos sobre el cambio climático. Un olivar con cubierta herbácea secuestra el doble de carbono que otro cultivado con el suelo desnudo. Unos beneficios que deberían traducirse en un reconocimiento y apoyo por parte de la Política Agraria Común, pero también por parte de los consumidores. Y esto es lo que pretende el proyecto Olivares Vivos, que identifica AOVE producidos en olivares que recuperan biodiversidad, siendo un requisito indispensable el mantenimiento y la adecuada gestión de las cubiertas herbáceas”, defiende José Eugenio Gutiérrez Ureña, coordinador de Olivares Vivos y delegado de SEO/BirdLife en Andalucía.  

Los métodos más sostenibles para gestionar la cubierta herbácea, además de información sobre las especies que aparecen en el olivar o sus usos tradicionales –incluso con entrevistas a olivareros mayores que han valorado y aprovechado las plantas silvestres del olivar–, aparecen en la publicación Buenas ‘malas’ hierbas del olivar, editada por Olivares Vivos y disponible en su web. En ella, se pueden encontrar los servicios que prestan algunas plantas para el control de plagas, como la olivarda (Dittrichia viscosa), que permite combatir a la mosca del olivo, o los jaramagos (especies como Brasica carinata, Diplotaxis virgata oSinapis alba), útiles para reducir la afección del hongo Verticilium dahliae, así como aquellas que se han usado tradicionalmente con fines medicinales o culinarios.

De igual modo, a lo largo de este proyecto se han elaborado otros materiales audiovisuales que, de una manera amena, explican todas las ventajas y beneficios que aporta la cubierta vegetal y su mejor manejo. Entre ellos, destacan diferentes vídeos en los que se observan los efectos perjudiciales que genera la lluvia cuando no hay hierba que proteja el suelo en el olivar.

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