Sin intención alguna de pretender echarle agua al aceite de oliva; es decir, de aguar las reivindicaciones del sector oleícola que a todas luces comparto y respaldo, creo oportuno puntualizar, al socaire de la situación de crisis de bajos precios que vive el sector oleícola, algunas consideraciones que entiendo de interés en honor a la verdad y al rigor informativo. Ya es un éxito a tener en cuenta, muy meritorio, que el sector productor haga piña y defienda una postura común y unánime, y me alegro un montón. Me alegraría más si fuera una constante y no algo excepcional.  

No hace falta subrayar a estas alturas de mi vida la defensa activa, militante y sin equidistancias que llevo a cabo cada día del sector de los aceites de oliva y del olivar y así lo llevo demostrando desde hace muchos años, jornada a jornada. Pero eso no quita que las hojas no nos dejen ver el bosque de olivos porque en este batiburrillo se están mezclando a veces churras con merinas y se desenfoca a veces el tiro de las cuestiones sustantivas, lo mollar, de lo que no lo es.

Las administraciones y el sector del olivar y de los aceites de oliva, que necesita desde hace décadas de una mejor estructuración y una mayor orientación al mercado desde la profesionalización, lleva dos años con una situación delicada en cuanto a precios en el mercado de origen después de unos años de bonanza, y entiendo que es ahí, en las etapas de prosperidad, donde hay que trabajar con serenidad y con altura de miras para plantear las reivindicaciones cuando las condiciones vienen bien dadas, cuando la moneda está de cara, no cuando es cruz, sin el cortoplacismo y las prisas que tanto nos gustan en España.

Por poner algunos ejemplos, la revisión de la cadena de valor alimentaria ya tenía que haber estado operativa hace muchos años, que se tenían que haber impulsado otras medidas legislativas, que se tiene que hacer más pedagogía, que los dirigentes a todos los niveles deberían hablar más en los foros y despachos de poder, que hay que intensificar los controles, actualizar el almacenamiento privado a los tiempos actuales, etcétera, etcétera.

Pero por encima de todo y sin querer extenderme más, sigo defendiendo que los dos asuntos que a mi juicio más requieren de la atención de todos, del sector y de las administraciones, es cómo hacer competitivo el olivar tradicional frente al moderno y en cómo acompasar la oferta a la demanda a través del aumento del consumo con la incorporación de nuevos consumidores. Eso debe ser capital, y de eso se habla poco. Para ello, todo pasa por el aumento de las partidas presupuestarias destinadas a la promoción, con dinero, con mucha más promoción, con muchísima más inversión. Mientras llega este momento hay que salir a la calle para que la voz de los olivareros se escuche y sean atendidas sus reivindicaciones sin distorsiones y centrando bien el foco.

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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