Este año 2020 que hemos estrenado hace unos días se presenta con viejos problemas, seculares inquietudes, retos apasionantes y siempre con formidables oportunidades que hay que enfrentar y afrontar con determinación y valentía por parte de todos y cada uno de los agentes que conforman el sector oleícola. Muchos y variados son los asuntos que tenemos por delante en este ejercicio de año bisiesto, con asignaturas pendientes y con fortalezas que tenemos que consolidar y desarrollar aún más.  

Esta semana vamos a conocer si Luis Planas seguirá al frente del área agroalimentaria o si el Ministerio de Agricultura tendrá un nuevo inquilino. Falta hace salir de este compás de espera en funciones que se está prolongado demasiado tiempo. El sector quiere saber quién va a ser su interlocutor y que acabe esta situación de provisionalidad, y además espera que le den cita para que lo reciba el presidente del Gobierno con el que despachar sobre los graves problemas que tiene la agricultura con el fin de abordar posibles soluciones.

Un año en el que el sector estará muy atento a la evolución de los precios en el mercado de origen, cuya crisis por contar con cotizaciones por debajo del umbral de la rentabilidad ha propiciado el anuncio de nuevas movilizaciones. El necesario impulso diplomático que hay que dar al obstáculo de los aranceles de Estados Unidos al aceite de oliva; la mejora de las condiciones en las dos licitaciones que aún restan del almacenamiento privado del aceite, así como la materialización de la autorregulación que el propio sector lleva explorando meses con el Ministerio y la Unión Europea serán otros asuntos a tener en cuenta en este 2020.

Habrá que estar muy pendientes también a partir de finales de la primavera a la propuesta definitiva sobre la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) y saber si se mantiene el presupuesto para el próximo marco comunitario 2021/2026, además de constatar si se pospone su entrada en vigor. Junto a ello, tendremos que ver qué incidencia tiene el Brexit y la situación internacional en un sector que necesita certidumbre y seguridad.

El relevo generacional, una mayor incorporación de la mujer en la toma de decisiones, el desbloqueo de los asuntos hidrológicos, la mejora del regadío y la incidencia de las condiciones meteorológicas en la conformación de la nueva cosecha de aceituna no serán tampoco temas menores del año oleícola.

El desarrollo de la IGP Aceite de Jaén y la inminente aprobación de su reglamento, la entrega de los distintivos a los Jaén Selección 2020 en la próxima edición de FITUR a los ocho mejores AOVEs jiennenses y la decisión de si se presenta o se pospone el expediente de la candidatura de los Paisajes del Olivar de Andalucía en su aspiración a Patrimonio de la Humanidad también centrarán la atención informativa en este año.  

Junto al día a día en materia de producción, importaciones, mercado interior, exportaciones y existencias, la promoción y el aumento del consumo tendrán un papel relevante a lo largo y ancho de este año. Y eso junto a la calidad, la concentración y la comercialización, las tres C sobre las que debe pivotar el presente y el futuro de este sector tan estratégico, pero sabiendo a dónde queremos ir y siendo conscientes de que para hacer una tortilla hay que romper huevos.

Y mientras los días transcurren en estas jornadas soleadas y frías de enero, la recolección de la aceituna en esta campaña 2019/2020 avanza de forma inexorable y en semanas comprobaremos si la estimación del aforo de aceituna cumple con sus pronósticos. Conviene recordar, no obstante, para finalizar que la campaña oleícola está globalizada, que dura doce meses y que se debe gestionar con audacia y con serenidad. Una verdad de Perogrullo, pero a veces parece que se olvida esta consideración.

Asensio López

Director de Oleum Xauen

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