Se cumplieron los peores pronósticos. El resultado final ha sido más negativo del que inicialmente vaticinaban todas las estimaciones de cosecha. La producción de aceite de oliva en esta campaña 2012/2013 pasará a los anales de la historia como la segunda peor de los últimos años, sólo superada por la de la cosecha 1995/1996, caracterizada por una prolongada y pertinaz sequía. Y eso que son dos realidades productivas distintas.

Un millón de toneladas menos, que se dice pronto, con respecto a la pasada campaña ha sido el descenso que se ha experimentado en España. ¡Casi nada! Y ello con toda la carga y el transfondo negativo que este dato tiene para la renta de un sector y de unos productores ya de por sí lastrados económicamente por las últimas cosechas. Y para un territorio que vive de una u otra forma de este cultivo tan poliédrico y con tanta identidad. Y como no podía ser de otra manera las zonas productoras, en líneas generales, han recibido un fuerte disparo en su línea de flotación que las ha dejado muy tocadas.

Por eso la imagen de nuestra portada lo dice todo. Como dice el tópico, vale más que mil palabras. Aceite con cuentagotas. 600.000 toneladas de aceite de oliva en esta campaña corta y baja cuando veníamos de una anterior que había batido todos los registros. Histórica por cuanto superó las 1.600.000 toneladas.

Gracias a que contábamos con un enlace también histórico procedente de la cosecha 2011/2012 que dejó unas existencias superiores a las 691.000 toneladas que, pese a todo, no llega junto a la escasa producción obtenida a las medias de las últimas campañas. Y, además, los precios, que repuntaron hace meses, se han estancando; e incluso otras ratios han descendido. Si me permiten la expresión es como si se hubiera producido una especie de “ciclogénesis” oleícola. Varios “ciclones”, una suma de factores y causas adversas, que han menoscabado significativamente la situación del sector.

Toca pasar página, levantarse y otear el futuro inmediato de otra manera, desde el realismo y desde la convicción de que esto se puede mejorar si el propio sector cree en ello y hace todos los esfuerzos y los deberes por cambiar este escenario. No queda otra. Y en esas estamos. Vendrán mejores campañas que habrá que saber aprovechar y exprimir mejor. No les quepa la menor de las dudas. Mientras tanto, en esta transición que nos queda entre una campaña y otra sería conveniente optimizar los precios, desde el siempre difícil equilibrio que contente a productores y consumidores y se aproveche esta época de vacas flacas para intentar coger impulso y replantear en el futuro próximo qué queremos hacer y hacia dónde queremos ir.

Y mientras esperamos con expectación la floración y el cuaje de la aceituna para la siguiente campaña veremos si esta escasa producción motiva que se adelante la cosecha a los meses de octubre o noviembre de forma generalizada.  Por lo demás, menos mal que ha llovido en las últimas semanas de forma intensa y copiosa. No todo iba a ser malo. Esperemos que ahora cambie el ciclo. Y que la reforma de la PAC no menoscabe las rentas de este sector. Se lo contaremos en el número 3 de Oleum Xauen. Estaremos fieles a la cita en el próximo mes de diciembre.

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