Una amplia monografía, incluida en el Informe Anual de Coyuntura del Sector Oleícola, elaborada por José Domingo Sánchez Martínez, Juan Carlos Rodríguez Cohard, Vicente Gallego Simón y Antonio Garrido Almonacid, profundiza en la expansión del olivar y la ampliación de los tipos de negocio oleícola. Dicho Informe, que impulsa la Cátedra Caja Rural José Luis García-Lomas que dirige el catedrático Manuel Parras Rosa, sintetiza en la mencionada monografía que el incremento del consumo de los aceites de oliva a nivel global ha reforzado las áreas productivas tradicionales y ha hecho aparecer otras nuevas, que tratan de aprovechar sus ventajas competitivas para sustituir importaciones o beneficiarse de la exportación.

Junto a la expansión superficial se ha asistido también a una verdadera revolución tecnológica que ha puesto a punto modelos productivos más eficientes. En el caso de Andalucía cada vez se hace más evidente el contraste entre la tradición y la modernidad; entre los negocios oleícolas con anclaje territorial, en los que prima la cooperación, y los fundados en la inversión y la innovación, centrados en desarrollar negocios que implican gran capacidad de inversión.

En sus reflexiones finales, los autores de la monografía aseguran que la globalización económica, en la que se han insertado la producción y el consumo de aceites de oliva, implica la existencia de enormes oportunidades y amenazas. En efecto, los incrementos de la demanda favorecen la expansión del cultivo, pero no todos los territorios tienen la misma capacidad para adaptarse a los cambios que impone una mayor competencia.

“A los modelos de negocio hasta ahora asentados se han incorporado nuevas formas de enfocar la actividad empresarial; aún considerando que cada una de ellas puede tener su nicho específico, la realidad es que este escenario implica la necesidad de adoptar cambios en las zonas más vulnerables. Los diferentes enfoques del modelo de la agricultura familiar y el agro-negocio conviven en medio de fuertes tensiones que se resuelven en perjuicio de los primeros, pues está claro que los incrementos globales en la oferta de aceite son asumidos por la demanda, pero a condición de ajustar los precios a la baja”, subrayan.

Y añaden: “Las áreas rurales andaluzas especializadas en olivar se caracterizan por una elevada densidad demográfica, basan su economía en un sistema agroalimentario potente, moderno y competitivo, con gran vocación internacional. Al igual que ocurre con otras zonas agro-centradas, esto no impide que tengan en riesgo tanto su sostenibilidad económica como ambiental (Esparcia, Escribano y Sánchez, 2017). Como es natural, cada uno de los grades modelos de negocio que concurren se enfrenta a sus propios dilemas, pero, de alguna manera, todos se ven llamados a superar desafíos complejos y urgentes”.

Agregan en sus reflexiones finales que de acuerdo con las tendencias observadas en los últimos años, existe un aumento sostenido de las plantaciones, predominando las de mayor densidad; por eso, se están recomponiendo los pesos relativos de las categorías que se sitúan en los extremos de la clasificación según este criterio: menor peso las de menor densidad y mayor para las más intensivas. “En este proceso desconocemos la importancia que alcanzan los procesos de reestructuración, aunque sabemos que se están produciendo casos puntuales en las áreas de olivares tradicionales. Las nuevas plantaciones se destinan mayoritariamente para olivar de almazara, y no deja de ser significativa la aparición de olivares súperintensivos en secano y la presencia de olivares de mesa de alta densidad. Como también hemos observado, el protagonismo de las nuevas plantaciones se sitúa en el oeste del Valle del Guadalquivir, siendo Sevilla el caso más destacado”.

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