El jugador del Barcelona y de la selección española Andrés Iniesta se mostró “agradecido”  tras ser investido en la bodega que lleva su nombre, en su pueblo natal de Fuentealbilla (Albacete), comendador de la Muy Ilustre y Noble Orden de la Cuchara de Palo, de la que dijo representar “un verdadero privilegio” formar parte de la misma.

 

La Cuchara de Palo, con sede en el municipio jiennense de Guarromán, es una institución gastronómica que tiene como objetivos la defensa de la cultura del olivo, como árbol de la paz y de la concordia, y desde la vertiente gastronómica persigue la promoción y el conocimiento de las excelencias culinarias del aceite de oliva virgen extra.

 

Iniesta no pudo recoger el pasado de febrero su galardón dentro de los premios que otorga la Cuchara de Palo en Carboneros (Jaén) debido a sus compromisos deportivos con su club, pero sí envió un vídeo en el que mostraba su interés de recibirlo durante las vacaciones de verano en su bodega.

 

Por ello, una representación de la Cuchara de Palo viajó el pasado sábado hasta Fuentealbilla para investir al jugador como comendador de dicha institución gastronómica, al tiempo que fue declarada su bodega de vinos como sede de la Cuchara de Palo en la provincia de Albacete.

 

La esclavina, una vestidura de tela que se coloca sobre los hombros y con la que se oficializa esta investidura a través de un peculiar ritual, le fue puesta por el maestre prior de la Cuchara de Palo, José María Suárez Gallego, mientras que el alcalde de Carboneros, Domingo Bonillo, le impuso la medalla.

 

La Orden de la Cuchara de Palo surgió en el año 1983, aunque sus antecedentes se remontan al siglo XVIII cuando en el año 1767 se crean las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena por parte del Rey Carlos III con colonos procedentes en su gran mayoría de Alemania. Era tradición que el 24 de diciembre cada cabeza de familia eligiera al alcalde pedáneo en la casa del regidor que finalizaba el mandato, para lo que iban a votar con una cuchara de palo con el fin de quedarse a comer en la vivienda del alcalde saliente, herramienta que levantaban también para reivindicar sus derechos forales.

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