Hace un par de años escribí un reportaje que titulé “Campo de Baeza, un mar de olivos para la humanidad”.  Y así es. Esta campaña oleícola se ha encargado de corroborar, una vez más, esta realidad y de volverme a dar la razón. Baeza es cantidad y calidad de aceites de oliva. De ahí su hegemonía y su liderazgo oleícola, que convierten cada año a la ciudad Patrimonio de la Humanidad en referente, en referencia y en gran icono en el mundo del olivar y de la excelencia de sus zumos de aceituna. Y como siempre digo: esto no toca en una tómbola. Detrás de ello hay mucho trabajo y mucha entrega a un cultivo y a un producto tan poliédrico como excelso.

Baeza, además de recobrar el primer puesto en producción de aceites de oliva, ha conseguido estar en lo más alto del cajón en los concursos, premios, certámenes y guías más importantes. Baste sólo con citar que dos AOVEs (Claramunt y Balcón del Guadalquivir) han conseguido sendos premios del Mario Solinas del Consejo Oleícola Internacional (COI); que Olibaeza y Hacienda La Laguna han sido Jaén Selección 2021, o que éste último haya ganado la licitación para ser el AOVE de Paradores de Turismo. O que el néctar de la cooperativa El Alcázar (Olibaeza) haya sido el  que ha obtenido una mayor puntuación en la Guía Evooleum. 

Y así hay que seguir. Trabajando duro y bien por la excelencia, mejorando el valor añadido y la plusvalía del olivar y de los aceites de oliva para que los olivicultores puedan vivir dignamente, sin caer en triunfalismos gratuitos para que Baeza siga siendo el corazón del olivar de la provincia de Jaén, un olivar tradicional potente, potente, que ha sabido combinar la tradición con la modernidad. 

*Asensio López, director de Oleum Xauen

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