La reforma y la modificación de la Ley de la Cadena Alimentaria es del todo necesaria y oportuna para generar valor con dignidad y equilibrio en todos los eslabones que participan en dicha cadena desde el campo hasta la mesa, dignificando las retribuciones en todos los elementos de la misma. Resulta elemental este espíritu y hay poco que objetar a ese respecto. La música suena bien: proteger al eslabón más débil, imponer la cultura de la negociación y luchar contra los abusos para que no se pierda valor, para lo que hace falta la colaboración de todos al objeto de una retribución justa para el producto agroalimentario, siempre por encima de los costes de producción, para que todos los operadores ganen y nadie pierda.

Pero para que esta situación tan deseable como voluntarista llegue a buen puerto y sea eficaz entiendo que sería necesario, en el caso de que sea posible legalmente, fijar normativamente una horquilla mínima, un suelo económico de partida de lo que cuesta producir, por ejemplo, los aceites de oliva, y luego que se cumpla y vincule a todos los operadores de la cadena alimentaria. Y es aquí donde surgen las dudas para su aplicación porque puede distorsionar el mercado y entrar en colisión con las normas de competencia y con las distintas realidades existentes entre los diferentes costes que tiene producir un kilo de aceite en función de las tipologías de olivar y según en qué zonas olivareras porque no es uniforme ni hay igualdad de condiciones.

Y es aquí donde habría que darle una vuelta a la situación para intentar cerrar este círculo con ese pacto de mínimos de horquilla económica con el fin de garantizar de forma eficaz las rentas de todos los olivareros, vivan donde vivan, y de todos los eslabones de la cadena alimentaria para asegurar la viabilidad de sus explotaciones. Porque si no se encuentra la horma adecuada a la obligatoriedad de centrarse en los costes mínimos como punto de partida en la negociación, todo quedará supeditado a la voluntad de lo que acuerden los eslabones de la cadena alimentaria.

*Asensio López, director de la revista Oleum Xauen.  

Entradas recomendadas