Ya concluyó la peor campaña oleícola de los últimos 17 años en la provincia de Jaén.  Y como se esperaba se cumplieron, incluso a la baja, los peores pronósticos en términos de producción.  Son evidentes y conocidos las dramáticas consecuencias y los efectos colaterales que este notable descenso de producción va a tener para el empleo y para las rentas de un sector en el que económicamente llueve sobre mojado.

Lo digo por aquello de que arrastra varias campañas oleícolas franqueando el umbral que separa las pérdidas de la rentabilidad. En las precedentes campañas los males eran los bajos precios para vender el mucho aceite producido. En ésta, la exigua cosecha, apenas 140.000 toneladas cuando en la pasada se superaron las 670.000 en la provincia de Jaén. Y además, los precios en origen se han estancado en un mercado que ha registrado un aumento de importaciones. Siempre hay un pero. El caso es que este sector, cuando no es por H es por B, pero tiene poca estabilidad y una gran incertidumbre, siempre está al albur de la climatología, del mercado o de otros factores.

Y si faltaba algo ya mismo va a parir la conocida PAC. Ahora enfila la recta final la reforma de la Política Agraria Comunitaria, en la que Jaén se juega algo más que su presente y gran parte de su futuro.  Es hora de que Europa se acuerde y actúe sobre las zonas que como Jaén tienen en el olivar y en el aceite de oliva, además de sus señas de identidad, su argumento para la supervivencia económica de una provincia que mes tras mes bate récord de paro. Esperemos que se pueda mantener la ficha presupuestaria que llega procedente de Bruselas por el bien de un territorio que todavía, desgraciadamente, necesita de estas ayudas.

Pero también es el momento de que el sector se ponga manos a la obra para caminar de una manera decidida en la conquista de los mercados, concentrando la oferta y aumentando el valor añadido de un producto extraordinario y valioso que tiene el reconocimiento de los consumidores. Es hora de saber aprovechar todas las oportunidades y de arriesgar. No hay más.

Por lo demás, ha comenzado la cuenta atrás para la celebración dentro de un mes de la gran Feria Internacional del Aceite de Oliva e Industrias Afines (Expoliva), el gran escaparate mundial de este producto, algo más que una feria y el evento que verdadera y realmente pone a Jaén en el mapa cada dos años como capital mundial del aceite de oliva. Una muestra de la que los jiennenses nos debemos sentir muy orgullosos y satisfechos por esta exitosa andadura de treinta años. Tres décadas de Expoliva, que se dice pronto. ¿Quién lo iba a decir?

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