El escritor y naturalista Joaquín Aráujo pronunció anoche la conferencia inaugural del nuevo curso del Instituto de Estudios Giennenses (IEG), en la que disertó sobre el olivar y el cambio climático en un acto presidido por el responsable de la Diputación de Jaén, Francisco Reyes, acompañado por la vicepresidenta primera y responsable del IEG, Francisca Medina, y la consejera directora de dicho Instituto, Adela Tarifa. Un acto en el que Reyes subrayó “el compromiso constante” de esta institución en la búsqueda y divulgación del conocimiento a través del “impulso y promoción de estudios que nos permiten seguir profundizando en todos los ámbitos de interés para nuestra provincia”.

Además, destacó la trayectoria del conferenciante, que incluye la obtención del Premio Global 500 de la ONU, la elaboración de más de un centenar de libros y la impartición de más de 2.500 conferencias, una tarea que compagina con su presencia en medios de comunicación en los que muestra “la pasión que profesa al campo”, todo ello con el objetivo de “salvar a lo que le salva, la naturaleza”.

En esta línea, el presidente de la Diputación señaló “el interés y la actualidad” de la temática abordada en la conferencia inaugural en un momento donde en Glasgow se está debatiendo sobre el cambio climático y cómo hacerle frente. “Es un problema de presente, hace tiempo que dejó de ser de futuro”, ha enfatizado Francisco Reyes, que ha criticado “a quienes lo niegan y afirman que no es real”. “Se saltan para ello el amplio consenso científico existente, que certifica que el cambio climático es una de las amenazas más importantes de este siglo”. Esta “ignorancia hacia los peligros que implica una situación como la actual solo se puede combatir –según remarcó– con el conocimiento”.

Por su parte, Joaquín Araújo hizo una destacada defensa de la naturaleza y alertó de sus peligros, de los que dijo que “hay úlceras en la pureza”. “El olivar exhibe una alegre tristeza. Está todavía vivo, pero tiene muchas tareas que hacer”, por lo que abogó por aplicar “medicina contra el saco roto de la avaricia”, para dejar constancia que el olivo “fabrica alma verde”. Por eso, hizo una defensa a ultranza del olivar como “defensa propia”, pero alertó de los riesgos de los herbicidas o la pérdida de suelo en un cultivo como el olivar que “hace mucho con muy poco”.

Además, resaltó el bosque que conforma el olivar en Jaén, “el más grande, ancho y profundo sin domesticar”, un cultivo del que destacó su armonía y su ordenada geometría. Abogó por vivir sin provocar la degradación de la naturaleza y señaló que el cambio climático se está produciendo por muchos motivos. “Estoy viendo morir la primavera y yo a eso le llamo asesinato porque el verano le ha quitado cinco semanas a la primavera y otras cinco al otoño”, advirtió.   

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