La almazara Oleícola San Francisco de Begíjar (Jaén), que dirigen los hermanos José Antonio y Manuel Jiménez Molina y que produce la reconocida marca de AOVE Esencial Olive, es desde hace unos años referente internacional en oleoturismo, el turismo que valoriza y difunde la cultura del olivar y de los aceites de oliva a través de una aventura didáctica y de un viaje alrededor del universo que conforma el cautivador paisaje del olivar y el apasionante cosmos de los zumos de aceituna.

Más de 50.000 personas de las latitudes más dispares e insospechadas del planeta han visitado ya la almazara Oleícola San Francisco en Begíjar, un pequeño municipio jiennense de apenas 3.000 habitantes. Son decenas de miles de turistas que han participado en alguna de las actividades de su sugerente e interesante propuesta de divulgación del mundo oleícola a través de la vertiente turística, con la que se pretende conseguir la segunda cosecha del olivar. No en vano, Oleícola San Francisco fue la primera almazara con esta consideración turística que ofrece visitas guiadas individuales o por grupos, así como una serie de paquetes oleoturísticos.

Los hermanos Jiménez Molina son pioneros en impulsar de forma profesional y pedagógica el oleoturismo en la provincia de Jaén desde su almazara, un segmento y un producto turístico que aún está en pañales y que tiene un exponencial margen de crecimiento. Y que tiene a la provincia de Jaén como su centro de referencia por contar con el elemento diferenciador y singular que conforma el tapete verde y alineado de sus 66 millones de olivos. 

Y lo hacen desde la empresa familiar cuyas riendas cogieron hace unos años y en la que han sabido mantener la esencia de la tradición junto con la innovación para llevar a cabo esta suerte de diversificación y una reconversión concéntrica a través de la suma que supone la elaboración no sólo de sus AOVEs, sino también los de numerosos olivareros particulares en cada campaña oleícola. Y ello junto a su inequívoca apuesta por este nuevo yacimiento económico que representa el turismo del olivar y de los aceites de oliva y con el que pretenden aportar su granito de arena para colocar a este producto en el lugar que se merece por su relevancia y por su excelencia.

Un viaje por las emociones, un periplo por las experiencias, un turismo de vivencias en el que el visitante es el centro de la actividad. Y que incluso es capaz de pagar por varear un olivo, de recorrer miles de kilómetros para visitar el mar de olivos del valle del Guadalquivir, que ansía conocer en vivo todo el proceso de recolección y de obtención del oro líquido, con decidida voluntad por catar los aceites y disfrutar sensorialmente de las bondades de los zumos de aceituna y sus productos en la oleotienda, en la que por supuesto adquieren este selecto néctar de fruta fresca producido en los primeros días de octubre en la cosecha temprana. Y que se van de la almazara convertidos en verdaderos embajadores del AOVE y dispuestos a prescribir sus excelencias y propiedades en sus puntos de destino y en sus círculos más íntimos.

Superada la fase más dura de la pandemia causada por el coronavirus, Oleícola San Francisco ha reactivado su programa oleoturístico para todas aquellas personas ávidas de conocer y sumergirse en este mundo oleícola. Una sesión que se inicia con la bienvenida al grupo y que continúa con la explicación de José Antonio Jiménez de forma didáctica, profesional y sin edulcorar la situación, sin paños calientes para poner el dedo en la llaga en las debilidades de este sector, ensalzando, por el contrario, sus muchas fortalezas e interactuando con el grupo, con el que se establece una relación participativa e interactiva. Y lo primero que sorprende es el gran desconocimiento que tiene el público, en general, sobre las cuestiones más básicas del olivar y de los aceites de oliva y de lo mucho que queda por hacer en términos de información, formación y de educación del consumidor en esta materia.

Hecha la presentación y la introducción de la visita, en la que se explican las cuestiones generales como que España es el país líder de aceites de oliva a gran distancia del resto y del sorprendente e insólito paisaje del olivar en Jaén, la capital mundial del aceite de oliva, se profundiza en la exposición general buscando la complicidad de los visitantes. Se alude a la singularidad y a las peculiaridades de este sector, sus calidades, se hace una pequeña radiografía y un recorrido de todo el proceso de recolección y de obtención del producto, incidiendo en la variable de la calidad. Y ello ayudado con materiales audiovisuales y visitando las instalaciones para terminar con una sesión de análisis sensorial, una breve cata hedonista, donde se apuntan algunas de las características de los AOVEs a degustar y se dan algunas pinceladas de sus atributos en una visita en la que los asistentes califican de interesante, útil y necesaria porque consideran que tenemos que valorar y conocer más lo que tenemos, máxime si es de extraordinaria calidad y con más razón aún si ostentamos el liderazgo mundial.

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