Estamos en una sociedad muy compleja en la que vivimos casi al día. La pandemia y otros cambios sociales nos han traído más incertidumbre, más inestabilidad, demasiados vaivenes en este tiempo de vacilación. Casi todo parece cortoplacismo, hoy y mañana, todo muy líquido, volátil. Me da la sensación que se funciona con demasiada inercia, sin reposo, sin un plan concreto, sin una hoja de ruta con una clara dirección, sin un camino definido por el que transitar, titubeando para gestionar un nuevo modelo de vida que busca el equilibrio entre salud y economía cuando todo sabemos que en esta nueva normalidad son ámbitos antagónicos que tienen funestos efectos que no son neutros.

Y con esta tremenda situación continúa a buen ritmo la recolección de la aceituna, que marcha mejor de lo que se presagiaba inicialmente en cuanto al coronavirus se refiere, al menos sin episodios negativos que hayan trascendido. Ahora el reto está centrado en recoger el fruto y en saber si se van a cumplir las estimaciones oficiales de producción cuando entiendo que habría que poner el acento en comercializar con mejores estrategias y con más valor el aceite de oliva producido. En esto, creo honestamente, hay que poner todas las energías y toda la carne en el asador más allá de cuál será la producción final o si el rendimiento es más o menos bajo, aunque no sean cuestiones baladíes. O sea, en aumentar el consumo y en vender más y mejor. Porque, no nos engañemos, la producción y el rendimiento serán los que sean; pero la cosecha de aceite que sea finalmente habría que venderla a precios dignos y moderadamente razonables, sabiendo que no es tarea fácil.

Por lo demás transitamos ya por un nuevo año que en muchos asuntos parece una continuación del anterior con algunas ligeras diferencias. Un 2021 que deberíamos aprovechar para reorientar la posición sobre el mercado y sobre el consumidor, así como en crear y fomentar los grupos de presión para influir en las importantes decisiones que afectan al cultivo del olivar y en este estratégico producto del que tenemos el honor y la responsabilidad que España ostenta el liderazgo mundial.

*Asensio López, director de Oleum Xauen  

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